Paso número 2: Contratación

La Torre Wells Fargo se levantaba, imponente, en la Plaza Wilshire. Era en la planta diecisiete donde se encontraban las oficinas centrales de Krauss Corporation allí, en EE.UU. No eran muy vistosas, había de admitir, pero no era precisamente eso lo que quería él, Liev Necker, el primogénito del presidente de la multinacional. A el no le gustaba demasiado las alturas, pero era necesario estar en el centro financiero de la ciudad así que había decidido aquel lugar como sede, en una plaza grande y un poco alejado de los otros grandes edificios.

Liev se encontraba en ese momento sentado frente al ordenador. La comunicación con Alemania, a veces, le costaba el no poder dormir como debería. Esa misma noche había tenido que mantener una conversación desde las cinco de la mañana. Ahora, a la una del mediodía, después de comer, le pasaba factura el poco descanso. Ya no contaba con la corbata, la cual había metido en uno de los cajones, y el primer botón de su camisa, blanca, estaba desabrochado. Hoy el día terminaría pronto, de eso no cabía duda. Quería irse de allí, tirarse en el sofá de casa, dormir, y quizás hacer algo por la tarde, una visita a algún lado, salir, cenar por ahí...algo.

Pero no podía todavía. Tenía una reunión, la cual se debería presentar en breve. Un psicólogo. Había leído que dar aquel servicio a sus empleados podría ayudarles a mejorar. La mayoría de ellos eran comerciales que buscaban mejorar las posibilidades económicas de la tecnología Krauss por lo que su trabajo pretendía una enorme carga y presión. A veces alguno de ellos había tenido que parar y pedir la baja. Y eso era faltar a la productividad.

- El Señor Crowell está aquí, Señor Necker.- La voz de Niobe le interrumpió mientras trataba de cuadrar una hoja de excel. Apretó un botón de su teléfono.- Dile que pase.- Y con aquellas únicas palabras se alzó, bordeando el escritorio meintras esperaba la llegada del hombre. No tenía ni idea de como era, y solo lo había llamado por ser recomendado por un compañero de Ericcson. Cuando llamaron a la puerta dio el paso, y abrieron. El tal Crowell era alto, aunque no tanto como el, y tenía una figura consistente. No negaría que fue su cabello lo que le llamó la atención, aunque solo unos segundos.- Gracias por venir señor Crowell. Soy Liev Necker. Me alegra que haya decidido acercarse.- Dio un par de pasos y tendió su mano. Cuando la apretó lo hizo de manera firme, pero no con demasiada fuerza.

- Por favor, tome asiento.- Tendió el gesto de su mano hacia un par de sillones, cómodos, separados por una mesita no muy grande donde un par de botellas de agua y unos vasos cuadrados aguardaban. Le siguió y se sentó tras el.- Es...joven.- Cualquiera diría que le estaba evaluando, y así era. No esperaba a alguien de esa edad, sino un poco mayor. Aún así eso no se convertía en un factor limitante.- Verá, le llamé porque le recomendó un colega. Verá, es fácil, necesito a alguien como usted, un psicólogo. Alguien a quien mis empleados puedan ir si...no se...si se les va la cabeza o les puede la presión.- Apoyó su espalda en el sillón y cruzó su pierna derecha, apoyada sobre la rodilla izquierda.- Quisiera saber si estaría interesado en este trabajo.- Sonrió, con tranquilidad, esperando la respuesta del otro. Por un momento su mirada azur viajó hasta los rojos del cabello del otro. Le resultaba curioso.

Hace aproximadamente dos semanas su teléfono móvil había sonado en medio de una clase con sus alumnos de segundo semestre. No había contestado por respeto a sus alumnos a la primera llamada; pero cuando a los diez minutos después volvió a sonar y los jóvenes se encontraban haciendo tarea del tema expuesto el pelirrojo tomó la llamada. Una voz joven, con un léxico tranquilo y suave, reconociblemente de mujer le informaba acerca de la posibilidad de una cita de negocios en un edificio en los alrededores del centro de la ciudad. Había escuchado alguna vez el nombre de la empresa, más sin embargo no estaba en su consiente el giro de la empresa, el rostro del empresario dueño, o algún conocido que trabajase para dicha compañía. Puso una nota mental en la dirección, la hora y fecha de la cita y el nombre de la persona con la que se entrevistaría.

Crowell amaba su profesión y aún más el hecho de enseñar a otros un poco de su conocimiento era lo que lo mantenía consistente en su carrera. Más sin embargo, no perdía nada con presentarse y entrevistarse, pero sobre todo, enterarse de cómo había sido contacto y que era exactamente lo que querían de él, más específico: de su profesión.

La fecha había llegado. La hora estaba calculada de manera exacta (Con margen de error) Para llegar al lugar. El hombre se caracterizaba por ser puntual en todo momento; sobre todo por ser profesor donde más que enseñar la educación profesional también estaba enseñar la ética de su profesión dando el ejemplo. Condujo su vehículo deportivo negro hasta el lugar indicado. Un edificio no muy alto en comparación de los demás que podrías encontrar en la ciudad. Una vez estacionado se miró por el espejo retrovisor de este, su cabello estaba perfectamente peinado, su camisa blanca completamente limpia con el botón del cuello suelto y un blazer de color azul  haciendo un contraste excelente con su pantalón beige.

La oficina de empresario Necker no era demasiado grande, tenía el tamaño adecuado y un buen diseño en el espacio. Entró a paso firme, y saludo de manera formal sujetando bien la mano sin necesidad de presionar. –Puede decirme: Ethan – Comentó, para deshacerse de toda formalidad posible. Una sonrisa de medio lado en su rostro acompañó el saludo. Ethan tomó asiento y lo miró directo a los ojos; su cuerpo se tensó por unos cortos segundos, poseía un par de ojos azul celeste; como dos gotas de agua cristalina congeladas y expuestas al cielo diurno. Asintió un par de veces durante sus palabras.

–efectivamente soy joven; pero eso no determina mi experiencia.– Sonrió de medio lado y miró a su alrededor. –Aunque de eso debe estar consiente, puesto que también luce joven como para ser el representante de la empresa en el país. – Regresó la mirada al hombre ajeno. Si, Ethan había hecho una pequeña investigación de la empresa donde lo habían citado, conoció el organigrama y la historia de la empresa. –He de admitir que es una gran oferta y sería un honor trabajar para usted. Mas sin embargo, como usted sabrá soy profesor en la universidad del estado y es una profesión que deleito.– Se relamió ligeramente los labios para humedecerlos y poder continuar con la charla. –Pero usted tiene una problemática en su empresa, es por eso que me ha llamado. Si bien no puedo estar de planta con usted, puedo ofrecerle mis servicios de manera privada– Meditó sus palabras y notó como estas podrían malinterpretarse; aclaró su garganta antes de continuar. –Es decir, tengo el tiempo disponible para atender sus necesidades en las tardes. Y si usted me deja proponerle algo, podría implementar una prueba psicológica a los empleados que están por ingresar, evaluarlos antes de su contratación.– Era evidente que el departamento de recursos humanos no estaba desarrollando bien su labor, pues en esta ocasión fue atendido directamente por el dueño sin necesidad de preguntar en otras áreas.


 

  - Ethan, entonces.- Asintió al decir aquello. No iba a negarle llamarle por su nombre y, además, el cansancio le invitaba a no ser demasiado cuidadoso.- Puedes llamarme entonces Liev.- Fue lo único dicho antes de escucharle hablar. Sentía que se estaba desviando del tema. El no quería a nadie para hacer estudios psicológicos a las nuevas altas. Para eso tenía a recursos humanos, especializados mucho mejor que ese muchacho que tenía frente a si.

- No.- Seco, rotundo, hasta un poco ofensivo, aunque se dio cuenta de ello y trató de suavizarlo al momento, tomando la botella de agua y sirviéndose un poco de agua.- Verás, Ethan, buscaba algo distinto. Necesito que seas la persona en quien descargue mis empleados. A veces...bueno, este trabajo exige mucho y alguna que otra vez es necesario hablar, sacarlo todo fuera. Algunos no saben...o no sabemos...- Siempre debía incluirse en el global de su empresa.- ...como dejar ir todo eso que tenemos dentro, ese estrés. Y por lo que tengo entendido alguien como tu si tendría la llave para liberar cierto pesos de los hombros.- Tomó el vaso y dio un sorbo de él. El agua le sentaba bien a esas horas, y así despertaba un poco gracias a lo fresca que estaba.

- Por ejemplo con eso que me dices...tener lugar para las tardes, estaría bien. No se si tienes una consulta o...bueno, das clase, así que quizás no.- Dejó el vaso en la mesita y se frotó las manos.- Eso sería fácil...podríamos tener una sala aquí mismo, claro. Podría ser días alternos, no creo que fuese necesario todos los días, o algo estaríamos haciendo muy mal...- Su ceño se arrugó al decir aquella reflexión en alto.- Tengo un contrato con todo redactado. Si quieres podría darte una copia y que lo vieses, lo estudiases y decidir si te vale o querrías cambiar algo. Aunque antes me gustaría saber de tu experiencia.- Una formalidad, y una obligación.