First time I saw him - Miguel

Despertar en una cama ajena nunca era bueno, al menos no para Flynn, él solo había sentido esa emoción una sola vez y fue con Graham pero desde que supo lo que hizo, dejo de sentir ese tipo de cosas, la vida no parecía tener el mismo brillo y esperanzas no tenia. Era realmente temprano, más o menos las seis de la mañana y no durmió mucho, siempre estuvo pendiente de la hora porque ya se quería ir desde la noche anterior, sino pudo hacerlo es porque su cliente, el señor Jonson, no quiso que fuera así, era bastante extraño pues es su mejor cliente y jamás le ha pedido sexo y eso no fue lo que paso esa noche, simplemente le gusta que Flynn se quede hasta en la mañana, a su lado, jamas se ha propasado ni nada, lo cual es bueno, igualmente Flynn no se negaría, el hombre es bastante guapo para tener cincuenta y no duda que aun pueda, pero las cosas no son así con el señor.

Fue de regreso a su departamento, caminando con una cara bastante cansada, casi deprimida, muy metido en su propio mundo que ignoro al muchacho de cabello negro que estaba frente al edificio, simplemente entro de largo y llego a su cama en la cual cayo para dormir unas dos horas. Eran las nueve de la mañana y decidió salir a correr así que se puso unos tenis y ropa muy cómoda para salir a correr. Se puso sus audífonos para escuchar música mientras corría y eso le sirvió para desconectarse y pasar un rato tranquilo, eso le ayudaría para pensar en que debería hacer porque era un hecho de que algo le molestaba y tenia que deducir que era para ponerle fin. Al regreso estaba agitado, el sol estaba bastante fuerte y el clima aun peor entonces era lógico que iba a estar sudando como si el mundo entero fuera un sauna, estaba empapado, toda la camiseta estaba mojada, su cabello mojado del sudor, despeinado como era de esperarse.

Cuando llego a la entrada de su edificio vio un camión de mudanzas que estaban sacando todo y metiéndolo. ¿Quién se habrá mudado? se pregunto. Al entrar en el edificio había cajas en el pasillo que al parecer se estaban subiendo y no lograba entenderlo, los departamentos no eran tan grandes ¿O si? Tal vez quien sea que se haya mudado se fue al penthouse o compro todo el piso de arriba, lo cual ve poco probable. El paso era complicado porque había cajas muy amontonadas y cuando intento subir, una caja iba hacia abajo por las escaleras así que Flynn se hizo para atrás y eso hizo efecto domino pues no se dio cuenta que atrás de él había una pila de cajas que se cayeron y tras esas, otras más.

- Oh shit, no! - las cosas que había ahí dentro no se salieron pero si se escucho que algo se rompió. Escucho una voz que le reclamo, él miro hacia arriba de las escaleras, notando a un joven de cabello negro y mirada penetrante, vestía de chaqueta negra, bastante rudo para traerla puesta en este clima del demonio. - Oye, lo siento, pero eso no habría pasado sino hubiera tantas cajas aquí en el pasillo, donde pasan las personas ¿Sabes? - no era su intención molestar al otro pero si se ponía en ese plan de macho alfa, pues le iba a sacar lo respondón a Flynn.

   

Sus últimas semanas habían sido bastante moviditas, más que nada por unas pequeñas infiltraciones que tuvo que hacer en Varsovia para acabar con la vida de un corrupto político polaco que intentaba sobornar al jefe de Di Costa. ¿No aprendía esta gente que con la mafia no se jugaba?. Y menos si tenían sangre italiano-brasileña. Un peligro vaya. Ahora tras su regreso, debía establecerse en un sitio no demasiado lejos de su lugar de trabajo allí en California, ahora que su jefe pretendía llevar los negocios más en persona, pues Miguel tendría que estar al loro en su propio hogar. Le ofrecieron una habitación en la mansión de su jefe, pero Miguel creía mejor estar en un sitio donde pudiese vivir un poco en paz, el que rondase cualquier hija del magnate solo para intentar acosarlo, no le daba una gran tranquilidad.

Con lo cual, ahora en vez de tener su domicilio en Río, ahora tendría que hacerse a las formas americanas... que no le costaría tampoco por haber franqueado el territorio por cuestiones laborales. Llegó al edificio que su jefe le había indicado dónde estaría su morada. Sabía que lujos tendría, si sería un mega loft o algo estilo penthouse, conociendo a su jefe y todo lo que había vivido con él sí, básicamente le tratarían así. Aunque ya sabía que cuanto más lujos y más buenos tratos, debería responder a todos sus deberes y obligaciones... y lo hacía.

El camión dejó las cajas para que éste fuese haciendo su orden, pero eran muchísimas cajas. Todas indicaban una referencia de un país distinto, para saber más o menos como ordenarlas. La gran mayoría guardaba lo necesario para que éste hiciese su oficio, pero claro... nadie debería saberlo. Empezó ya a subir unas cuantas al lugar determinado, y si, era una penthouse. Suspiró.- Algo gordo me va a pedir .-Lo tenía muy, pero muy, claro. Dejó las cajas en el salón, para volver así al pasillo y las escaleras dónde dejaba todo. Escuchó un ruido. Extrañado fue en la dirección del sonido, posicionando la mano en la espalda... Allí tras la camiseta en su trasero ocultaba un arma, no se fiaba demasiado del vecindario ni lo que pudiese encontrarse. Pero por fortuna, era un simple patoso que no había tenido nada de cuidado a la hora de mirar por dónde pisaba, o por lo menos era lo que él veía.- ¿No tienes ojos para andar? .-Rudo en el rostro se dirigió al ajeno. No era de esperar que fuese así de capullo, ya que al fin y al cabo, era un asocial de la vida. Las cajas al menos no se abrieron, y aquella en la que se había roto ya sabía que pertenecía a su viaje tailandés...- De momento solo veo a un patoso que ha decidido descolocar todo mi orden .-Se acercó para coger la caja en vez de ayudar al otro a levantarse y esas cosas normales que haría un ser educado. Agitó un poco la caja poniendo la oreja.- Ahora tendré que volver a Tailandia por mi souvenir, gracias .-Remarcó con ironía sin gesticular apenas un gesto afable. Así es como Miguel hacía amigos. Que realmente era un jarrón de haber matado a uno de allí, pero bueno, ya le mandarían a por otro. Siempre se llevaba un objeto para recordar sus viajes y misiones, así la memoria le perduraba lo suficiente para saber qué era lo que hacía con su vida.
   

Si algo le molesta a Flynn es que le hablen golpeado, ha tenido que soportar eso muchas veces con su ex madrastra a quien sigue odiando, pensar en ella como ejemplo no era bueno porque le recordaba a Graham, su punto débil y no quería saber de él. Miro al moreno que le dijo esas cosas, el menor quería partirle la cara, claro de una forma fantasiosa, él no es de peleas porque no sabe pelear y no tiene mucho musculo. - Fue un accidente ¿Vale? - no sonó golpeado aunque tenia toda la intensión, tal vez no lo hizo por ese efecto del otro en él, es decir, es muy atractivo ahora que lo ve y esa pinta de chico rudo no va a negar que hace que los boxers se le aflojen un poco, pero no estaba en ese plan ahora mismo, estaba ofendiéndose por como se refería a él, de esa forma tan grosera - Hey hey hey, respétame, yo en ningún momento te he ofendido, fue un accidente, el cual no habría ocurrido si metieran caja por caja, pero creo que seguramente eres muy idiota para verlo - dijo claramente molesto, ya lo dejo ver con su tono y al decirle estúpido, algo de lo cual se arrepintió y su rostro lo dijo todo al cambio de expresión. - Lo siento, yo no quise... - se apretó los labios para no decir más.

Ahora sabia que esa cosa que se escucho al caerse la caja, era algo aparentemente valioso, sentimental no parecía o seguro Flynn ya tendría un golpe en la cara - Oye, lo siento, pero las cajas no deberían estar en el pasillo, yo no tengo enteramente la culpa - suspiro y pensó, él es algo avaro, no le gusta dar dinero, se lo gana con el sudor de su frente, casi literal y no le gusta pagar de hecho pero en este momento tenia que verse como una mejor persona - Dime cuanto te valió eso y yo te pagare la mitad - si, sabia que se estaba condenando, si era de otro país seguro costaba un ojo de la cara, pero si él tuvo en parte la culpa pues tiene que pagar al menos una parte de los daños y eso no le agrada para nada - Soy Flynn Ford, soy del 3B, puedes pasar a decirme cuanto es lo que te debo por esa caja, espero que no sea de esas cosas que cuestan millones - lo cual duda, la zona no es tan exclusiva como para que un millonario excéntrico venga a vivir aquí. Flynn se sentía agobiado por el cansancio del ejercicio, sucio por el sudor y ahora estresado por pagar algo que realmente no debería pagar.

Dio un suspiro y subió por las escaleras para ir a su departamento, no quería seguir ahí y hacer más grande el problema, ese hombre aunque es muy guapo, tiene una energía muy negativa que Flynn podía sentir y no quería tener cerca por mucho, tal vez solo es el estrés de mudarse. Al subir tomo sus llaves, nervioso y noto que aun había cajas ahí y por lo que vio, su nuevo vecino, ese moreno de ojos verdes y con musculos notables, viviría arriba de él, genial, la cereza del pastel. Miro a uno de los muchachos de la mudanza - Disculpe joven, ¿A que departamento están subiendo todo eso? - el joven de tez morena le dijo a Flynn que se estaba mudando justamente arriba de él, simplemente sonrió y le dio gracias al universo por ser así con él, claro, de forma sarcástica. Entro a su departamento, torpemente porque no daba con la llave. Al entrar cerro de golpe, escucho pasos, esperaba que no fuera el vecino nuevo, por eso mismo tan abruptamente cerro y se recargo en la puerta, suspirando.

   

El gesto rudo no había quien se lo borrase ni tirándole un cubo de agua fría. Observaba casi amenazadoramente al muchacho ante sus primeras palabras, tampoco le daría mucha importancia, al fin y al cabo dios necesitaba poner torpes a este mundo para mostrarle a él que el trabajo que hacía solo podía desempeñarlo... ¿Él?. A la vista estaba el poco caso que le hacía mientras colocaba las cajas para tomarlas en peso e ir ordenándolas a su paso, subiendo todas a su cueva. Pero claro, él con la mentalidad de esfumarse y no hacer demasiado caso al inútil de.. ni idea con su nombre, pero era designado ya por Di Costa como ''El inútil de turno''. Viró la mirada de vuelta en dirección del otro, escuchando sus formas ortopédicas de exigirle respeto, insultarlo además de disculparse por todo lo anterior. Se quedó casi como una estatua mirándolo, arqueando las cejas antes de volver a hablar.- No, no quisiste... fue un accidente .-Volvió a un tono sarcástico sin gesticular nada en su rostro.

Se giró de vuelta para tomar otras cajas y ordenarlas, así como supervisar cuales eran las que tenía que subir. Se agachó justo en el instante que oyó de la boca ajena cuanto le había costado, además de presentarse. Flynn Ford.  Era un claro sujeto norteamericano, ya por las pintas diría que tiene unos veintiuno o veintidós, ya su personalidad era un poco peculiar, por no decir esas formas nerviosas de enreversar las palabras. Lo dicho, un joven más de esa sociedad estadounidense que ni agradaba ni desagradaba al ambiente al que acostumbraba Miguel, pues al fin y al cabo... éste para el mundo no era nadie, o pretendía no serlo. -  Da igual, tampoco importa .-Mantuvo su línea tomando las cosas, levantándose y clavándole de vez en cuando los ojos. Era de esas personas que si miraba, lo hacía directamente casi atravesando el cuerpo del otro. Gajes del oficio.

Ni se presentó, solo tomó las casas y ya fue a su casa. Al dejarlas todas ahí en el salón, decidió acomodarse observando el paisaje exterior. Con los brazos cruzados ya notaba cierto golpe de calor californiano, aunque nada que ver a lo que acostumbraba allí en Brasil. Eso sí, en Lekeitio pocos días soleados podría ver... el Pais Vasco parecía una especie de Noruega española. Se quitó la chaqueta mostrando una camiseta oscura de manga corta que casi le definía por completo el cuerpo. Se humedeció los labios y giró paseando por el lugar para adaptarse más a o menos a lo que era vivir ahí.

Aparecieron un par de ayudantes a dejar las cosas y Miguel únicamente los despidió con la cabeza. Estaba esperando una llamada o algo que le dijese lo que debería hacer, y fue cuando un mensaje le llegó. Mañana tendría que trabajar, pero ese día era libre. Con lo cual, se dedicaría a intentar relajarse en esa casa, y ordenarla de cierta manera. Abrió un par de cartones,  intentando ordenar su cabeza y saber cómo organizarlo todo. Al final la pereza le pudo, y creyó más conveniente darse una ducha antes de seguir con esas cosas. Entró al baño y se deshizo de la ropa hasta quedar completamente desnudo, abrió la ducha y dejó caer el agua contra su cuerpo. Caliente, como le gustaba. Pero antes de que pudiese meditar en aquel rincón del placer absoluto, sobre lo que tenía que hacer. El agua se cortó, así como lo que parecía la luz.- ¿Qué demonios? .-Extrañado salió de allí envuelto en una toalla, mostrando su pecho al descubierto... así como húmedo. No iba nada, ¿Sería el único?. Sin pensarselo dos veces salió de su casa tal cual, en dirección la puerta de ese que era su vecino, ''El inútil de turno''. Tocó a la puerta, y una vez abrió dijo.- ¿Te funciona la luz y el agua? .-Así sin más, sin educación ni hostias, a lo bruto.

   

Suspiro, largo y aliviado, pensando en que seria lo ultimo que sabría de ese papanatas moreno, es una lastima porque de verdad que es todo un galán. Se quito los zapatos deportivos para dejarlos en la entrada donde estaba todo su calzado, dio solo dos pasos hacia adelante y se quito la camiseta empapada en sudor, dejo su reproductor de música en el escritorio y despues siguieron sus pantalones y ropa interior. Miro las ventanas, estaban despejadas, con las cortinas a los lados, bueno no seria la primera y ultima vez que anda desnudo por su departamento, si alguien lo veía así, pues bien por ellos, no es algo que el chico oculte, esta muy confiado de como es y se siente atractivo para cualquiera y no necesariamente sexualmente. Aun así, Solar fue hasta las ventanas para dejar bajar las periconas y evitarse reclamos de los vecinos de enfrente, que muchos tenían a sus esposos celosos. Fue a poner su ropa sudada al bote de la ropa sucia, le tocaba hacer lavandería ese día, a ver si encontraba tiempo para ir al sótano y hacer lo debido con su ropa, pero es muy olvidadizo.

Fue hasta el baño y abrió las llaves para templar el agua, se daría una buena ducha, tal vez despues almorzaría y se pondría a ver algo en la tv o tal vez retomaría su lectura, pero ninguna de las dos le emocionaba en ese momento, tal vez porque estaba cansado, con hambre y sudado. Entro a la ducha para quitarse ese olor a sudor que dicho de paso no olía mal, olía interesante pero no desagradable, sin embargo no le gustaba andar así, sudado y cochino por todo el polvo que traía en la cara por andar corriendo en la calle y no en un parque.

Salio de la ducha y fue directo a sus cajones para ponerse unos boxers blancos con rayas azules, le quedaban muy ajustados pero le encantaban, despues se puso una camiseta verde limón con una la figura de la rana Rene en ella. Fue al espejo para peinarse, odiaba estar despeinado, su cabello era lo que le hacia vanidoso, pero se lo peino a la perfección con esa cera mágica. Solar subió de nuevo las periconas para que la luz invadiera su departamento y no estuviera tan sombrío. Fue a la cocina para ponerse la comida, haría ensalada y pechugas rellenas de queso y jamón. Fue bastante rápido hacerlo todo, pero antes de freír las pechugas, el caldillo de chipotle se debía hacer, le encantaba encontrar ese tipo de chile ahí, por eso amaba Los Ángeles. Se fue a la cama, tomando el control remoto y prendiendo la tv que estaba en la sala, ventajas de no tener puertas, el departamento era bastante cómodo pero pequeño. El departamento ya se había llenado de ese olor rico a la crema de chipotle que estaba preparando para almorzar, se le hacia agua la boca, aunque era demasiado temprano para comer eso, tal vez debería dejar eso para en la tarde.

Y entonces la puerta sonó ¿Quién podría ser? se pregunto, no esperaba a nadie. Se levanto de la cama, fue hasta la puerta y la abrió, fue tonto de su parte no ver primero por el agujerito. Era su vecino, ese de allá arriba pero si la boca le quedo en el suelo no fue porque el muchacho fuera guapo, sino porque se le presento en toalla, completamente desnudo y él sin evitarlo lo miro completo, casi deseando que se le cayera la toalla. - Me funciona todo - dijo inconscientemente - Digo... si, claro - lo miro a los ojos, sonrojado, pero aun no entendía que hacia ahí. - ¿No tienes luz y agua? - por fin lo capto - Tal vez es porque el anterior dueño no lo pago y hoy era el día de corte, siempre cortan los dos al mismo tiempo - trago saliva muy nervioso y dudoso le dijo - Si quieres puedes pasar, podrías ducharte... creo que eso te lo debo - se mordio el labio inferior, viendo el pecho desnudo del otro.

   

Ahí, en la puerta, envuelto en su toalla como quién no quiere la cosa, frente al vecino. ¿Tenía pudor? Ninguno. Quería ducharse y evidentemente no sabría cómo hacerlo si la luz, y el agua se cortaban como si nada en su casa. Arqueó las cejas observando al otro como si lo estuviese ya de por si penetrando. ¿Se había sonrojado? Cada día se sorprendía más de la estupidez que tenía aquel niño en el cuerpo, aunque una estupidez bastante peculiar.- Genial, simplemente genial .-Ironizó mostrando su rostro bastante sarcástico por lo poco gracioso que le resultaba aquello. ¿Así es como pretendía relajarse?. Pues nada, llamaría a su jefe para que se lo viese, porque no iba a vivir como un mandril en aquella cueva que era su morada.

Escuchó entonces su gesto y dijo sin más.- ¿Sabes qué? Tienes razón, me lo debes. .-Entró apartándolo a un lado paseándose por la casa, elevando el rostro mientras movía la mirada de un lado para otro.- ¿Y el baño? Ah, ahí. .-En mitad del pasillo, no tuvo problemas de coger y quitarse la toalla, mostrandose como el primer día que vino al mundo. Cerró del tirón, y ya pudo darse su gran merecida ducha. Al salir debía envolverse de vuelta en la toalla, ya que no se había bajado absolutamente nada de ropa. Salió por la puerta encontrándose con la mirada del otro.- Ha estado bien, gracias niño .-Mantenía ese semblante serio con la mirada casi perdida, una que había optado ya hacía mucho tiempo. Se refería al otro como niño por el simple hecho de que lo veía como tal, ya sea por su nariz respingona como por las absurdeces que realizaba en apenas una milésima de segundo.