Paso número 1: Negociación

El humo se despidió del interior del hombre, saliendo por sus fosas nasales, perdiéndose en el aire que se amontonaba en el habitáculo del deportivo. No tenía chófer, ni lo necesitaba ni lo quería. Prefería conducir. Siempre le había gustado notar la velocidad, y aunque prefería conducir una moto, sintiendo la rabia y la potencia entre sus piernas, no negaba que a veces aquella comodidad era bienvenida. Escuchar el rugido de la bestia que domaba, mientras fumaba, provocaba que cierta parte de la excitación que contenía se desbocase. Solo una parte.

El Jaguar, de color azul metálico, brillaba al paso por la carretera, pareciendo centrar todo el brillo del sol en su carrocería, nacida para admirar siempre después de escuchar su rugido, alto y claro, el cual se anticipaba a cualquier aparición, provocando que los cuellos de todos alrededor girasen en busca de aquel sonido irresistible, atractivo. No podía mentir ni negar que era aquello lo que buscaba, lo que le encantaba, tener el centro de las miradas, aunque no fuese a él precisamente a quien mirasen, sino a la máquina que él dominaba. Al fin y al cabo casi era lo mismo...

El rugido cesó cuando el hombre aparcó bajo la sombra segura de aquel garaje que daba cobijo a todos los coches de aquellos que trabajaban allí. Abrió la puerta y salió, tan alto como era. Con apenas un leve empellón la puerta cedió, cerrando el coche. Él prefirió esperar un minuto más mientras daba la última calada a su cilindro y tras esto lo tiró al suelo, pisándolo con la suela de sus zapatos. Sacó el móvil y observó las notificaciones mientras echaba a andar hacia los ascensores. Tenía tres mails y algunas notificaciones de whatsapp. Comenzó a contestar las conversaciones mientras esperaba la llegada del ascensor. El pitido de llegada le hizo alzar el rostro y una vez se abrieron las puertas se observó en el espejo. Entró y apretó el número doce. En el transcurso tendría problemas para arreglar una arruga en su chaqueta azul. De sobra, incluso pudo releer uno de los mails.

Fue otro sonido gemelo al anterior el que le hizo voltear, al abrirse las puertas. Hasta ahora apenas había tenido contacto con nadie en Malibú, pero en aquel piso por fin pudo observar lo frenético de cualquier lugar dirigido a...eso. Bueno, no tenía ni idea pero intuía que el porno, como el cine, era una marabunda de gente que se movía de aquí para allá. Total, no debían de distar mucho. El alemán, imponente y fiel al prototipo de raza aria, se encaminó hasta la mujer que guardaba las puertas de aquella oficina y centro del placer.- Perdone, señorita.- La mujer, una guapa jovencita de veintitantos, morena, alzó su mano en seña de espera mientras le sonreía de forma agradable. Liev asintió y se apoyó en el mostrador mientras dirigía la mirada más allá. Quizás podría reconocer a alguno de los que había visto en los vídeos de maricas que veía, a veces. Cuando la mujer hubo colgado, entonces, habló.- Busco a Liam Hedler. Teníamos una reunión. Mi nombre es Liev Necker. De Krauss Corp.

Ser el dueño de una empresa pornográfica no es ningún reto, de hecho es bastante aburrido pero aquellos que eran muy allegados a Liam sabían que no era lo único que hacia, también se encargaba de algunos negocios de su padre en esa parte del mundo, pero no como él quisiera. Tener su empresa de SexMasters era una buena tapada para el lavado de dinero de su padre, así que en realidad siempre estaba haciendo trabajo para su padre, adquirió cierto gusto por ese trabajo, viendo follar a varios tipos una y otra vez de una y mil formas posibles, explotando el sexo y la integridad de los actores. Lamentablemente Liam era muy correcto y no se metía con ellos porque debía mantener su imagen.

Una de sus tareas como dueño era siempre ver la manera de darle una mejor imagen a su marca, darle incluso regalos y beneficios a sus chicos y también a los valiosos subscriptores. Por ello es que Liam busco algo que pudiera ser alcanzable de manera tecnológica, despues de todo es lo que vendía más en este mundo y así es como dio con Liev Necker, un hombre empresario, alemán de una compañía llamada Krauss Corp, esperaba sacar lo mejor de esa cita de negocios en sus oficinas en Malibú. Liam no tenia mucho que hacer en el día y no se quedaría ahí todo el día a esperarlo, además de que no quedaron de verse tan tarde, era muy buena hora de hecho.

Por eso es que Liam no llego a la oficina sino hasta media hora antes del encuentro, esperando en su oficina, viendo algunas cosas sobre el sitio web de su empresa y ver que es lo que se puede cambiar, además de jugar solitario para matar tiempo. Y en lo que menos esperaba sonó su teléfono, era la recepcionista Lucy quien le avisaba que el señor Necker estaba aquí para verlo. - Déjalo entrar Lucy - dijo con media sonrisa, se puso de pie para recibir a su invitado. Las puertas se abrieron y Lucy entro para dejar pasar despues al señor Necker - Todo un gusto Mr. Necker, ¿Gusta algo de beber? Lucy puede traerle lo que quiera - exagerar no faltaba en una buena negociación. - Por favor, tome asiento - le invito amablemente.